Consejos

Dicen los psicólogos que compartir el ocio refuerza los vínculos familiares. No existen recetas mágicas para pasarlo bien con los niños. Visitar un museo, salir de paseo o pasar un fin de semana juntos puede resultar una grata experiencia para todos.

La elección de una visita, actividad o escapada de fin de semana nunca debe ser impuesta, sino siempre compartida. Ellos también tienen derecho a opinar, y es esencial respetar su propia individualidad.

Hay que señalar que en general los niños van con gusto a los museos si se les sabe motivar haciéndoles ver que también pueden ser lugares amenos y divertidos.

A partir de cierta edad, los niños comienzan a aburrirse con sus padres. Una buena idea es pedirles que lleve a su mejor amigo. Así no se sentirán demasiado fuera de su ambiente infantil y encontrarán mucho más natural y divertida la salida.

Estudiar el tiempo de ocio de un niño urbano muchas veces es remitirse a enumerar una serie de programas de televisión. Si embargo, hasta los 12 años el juego debería ser la actividad más importante y la que mayor tiempo les ocupase. Cualquier salia, visita o escapada debe hacerse desde esa perspectiva. Lo lúdico prima siempre, pero si además aprenden, mejor que mejor.

No hay que temer volver a los mismos lugares una y otra vez, ya que con los niños cobran un nuevo atractivo. Además, según la época del año, y a medida que van creciendo los chavales, los gustos cambian.

Aunque el invierno parezca una época que no invita a salir de casa, visitar un museo en un día de lluvia o asistir a un espectáculo de títeres pueden ser mejores alternativas que quedarse pegados al televisor. Tampoco hay que olvidar que en invierno también se puede gozar de la naturaleza, disfrutar de la nieve y hasta del frío. Si los niños se lo pasan bien, lo pedirán una y otra vez. Es indispensable que lleven ropa y calzado adecuados. No debe olvidarse que por la cabeza se pierde hasta el 30% del calor: los gorros casi no ocupan espacio en un bolso.

La mayoría de los niños se puede entretener con las cosas más simples. Buscar renacuajos en una charca o descubrir la madriguera de un conejo, saltar por los roquedos o hacerse fotos en familia les puede divertir si se les sabe motivar fomentando su creatividad innata y su agudo sentido de observación.

El niño no es un adulto en miniatura. Se cansa con facilidad y a veces le cuesta concentrarse. En definitiva, y aunque no lo diga, se aburre. Nunca se debe pretender ver todo. Es mejor en dosis pequeñas, alternar visitar con paseos o juegos, y cambiar de actividad a menudo. La variedad canaliza las energías sobrantes.

Los niños tienen una especial predisposición a caerse, sufrir insolaciones o ser picados por avispas. Son tantos pequeños contratiempos que en plena naturaleza pueden transformarse en problemas mayores. Así que un botiquín de emergencia a mano no estaría de más. como mínimo debería contener tiritas, mercromina, repelente antimosquitos, amoniaco contra las picaduras y crema solar de alta protección.

Antes de cualquier actividad al aire libre, visita a un museo o escapada a una ciudad lejana conviene, si es posible, preparar la salida. Los libros son siempre una buena ayuda, y la oferta de las bibliotecas públicas es amplia. Además, todas suelen incorporar una sección infantil en la que se encuentra información sobre todo tipo de temas. De manera puntual, no olvide que existen unos recortables con los cuales uno se puede hacer una idea muy acertada de cómo son los castillos medievales o las catedrales góticas. Los pequeñines se encargarán de añadir el duende o la princesita donde mejor les parezca.

A los niños les gusta coleccionar. Y después de la salida, no es mala idea fomentar que se lleven algún recuerdo, como unas hojas, pidrecitas, postales, o un pin. La confección de un herbolario o la posibilidad de intercambiar cromos justifica y revive lo visto, andado o simplemente compartido en familia.

Es fundamental explicarles previamente los planes. A los niños, como a los adultos, les gusta saber qué van a ver, cómo, cuándo y dónde. Esto les tranquiliza, incluso los motiva. Una buena introducción puede ser la búsqueda de información sobre el tema en una página web.

Muchos museos son gratuitos los sábados por la tarde y los domingos por la mañana. En la mayoría los menores de 12 años no pagan entrada.

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